Mi camino en el desarrollo de software comenzó al momento de elegir una carrera. No fue una historia romántica de programar desde niño, sino una decisión práctica: buscaba un campo con futuro, buena demanda laboral y que pudiera disfrutar. Nunca había escrito una línea de código, pero pasaba horas frente a mi laptop editando videos para un canal de YouTube. Me atraía esa sensación de crear desde cero, y el mundo del software tenía esa promesa de libertad y crecimiento. Así fue como entré.
La universidad no fue fácil al inicio. Enfrentarme a la lógica de programación y a las matemáticas fue todo un reto, pero paso a paso fui entendiendo. Lo que realmente me enganchó fue el desarrollo web. Cuando descubrí cómo podía crear interfaces y conectar todo con bases de datos, vi la magia de construir sistemas reales. Al principio me imaginaba siendo frontend, pero con el tiempo descubrí que mi fortaleza estaba en resolver problemas del lado del backend, donde podía diseñar lógica y arquitectura con claridad. Mi perfil se fue puliendo, y con él, mi pasión.
Conseguir mi primer trabajo no fue inmediato. Ingresé a una gran empresa de procesamiento de pagos digitales, pero no como desarrollador, sino en un rol operativo de monitoreo 24/7. Sabía que adentro había oportunidades reales, y decidí tener paciencia. Meses después, se abrió una vacante interna para desarrollo y, a pesar de no dominar .NET en ese momento, me lancé. En una semana dormí poco, estudié mucho, y logré pasar todas las entrevistas, pruebas técnicas y entrar como desarrollador fullstack junior. Fue ahí donde todo lo aprendido en la carrera tomó sentido, y vi con claridad cómo se conectan los hilos de un sistema real.
Mi primer sistema en producción fue una actualización completa de una herramienta interna. Le puse tanto empeño que diseñé una interfaz distinta, más amigable, que terminó siendo utilizada por empresas reconocidas en El Salvador como Super Selectos, Vidrí y Freund. Fue un punto de quiebre: entendí el alcance de lo que un desarrollador puede construir y mejorar.
Hoy sigo creciendo como desarrollador, especializándome en tecnologías modernas, arquitectura de software y sacando provecho de la inteligencia artificial. Quiero seguir avanzando profesionalmente, pero también me mueven otros caminos: construir productos digitales propios, lanzar proyectos tipo SaaS que resuelvan problemas reales y documentar todo el proceso como creador de contenido. Aspiro a construir una marca personal fuerte, vivir del desarrollo y del emprendimiento, y demostrar que desde Latinoamérica, con una laptop y propósito, también se puede crear impacto real.